SECRETARIA DE EXTENSION Y ASUNTOS ESTUDIANTILES
DIPLOMATURAS
La Ordenanza Nº 491/2019, reglamenta las Diplomaturas de Extensión de la Universidad Nacional del Comahue.
“6 de abril”, en honor a Omar Carrasco

CRÓNICA DE UN EVENTO EN VIVO - RODAJE
Por Rosana Zeballos
Entre el 9 y el 14 de septiembre se filma en el corazón de la provincia de Neuquén un cortometraje que recuerda al joven Omar Carrasco.
Zapala. Septiembre de 2024. El sol enrojece las caras de los presentes. Los matorrales están quietos, cosa rara en estos lugares en los que el viento azota constantemente. Tal vez hoy algo (o alguien), desde algún lugar lejano, decidió darles una tregua.
El cielo muestra un par de nubes esponjosas que se funden con las cumbres nevadas, a lo lejos. El rancho se puede ver desde la ruta, parece cercano, pero llegar es bastante inaccesible porque el camino es angosto y el ripio tiene piedras en forma de punta. La casita es rústica. El corral, el patio y el galpón se van llenando de a poco de trípodes, booms, cables, cámaras, luces y otros elementos tecnológicos que contrastan con el paisaje. Las gallinas, los cachorros de perro y los caballos empiezan a convivir con el equipo de 25 técnicos y actores, que rompen el silencio de la casa.
Agnese Boaretto, joven cineasta neuquina, es la encargada de dirigir la nave que llevará al cortometraje “6 de abril” a la pantalla grande. En esa fecha, en 1994, se encontró el cuerpo del joven Omar Carrasco en el regimiento del Grupo de Artillería 161, en la misma ciudad en la que comenzó el rodaje. Hoy, a 30 años de aquel trágico hecho, Agnese aborda el tema con sutileza, en una historia llena de ternura. La historia cuenta, en esencia, un acto de amistad atravesada por aquel contexto social.
Los pobladores locales miran con curiosidad, reciben al equipo con una sonrisa, ofrecen tortas fritas y muestran esa típica hospitalidad campera que abre los brazos a quienes se acercan con respeto a mostrar parte de su cultura.

Omar Carrasco fue un joven de 19 años, de Cutral Có, quien el 3 de marzo de 1994 fue sorteado para cumplir con el servicio Militar obligatorio en Zapala. Tres días después de haber llegado fue reportado como desertor. Sus padres lo describían como un joven muy tímido, incapaz de desobedecer una orden. El 6 de abril su cuerpo fue encontrado al pie de un cerro dentro del cuartel. La investigación determinó que el joven había sido brutalmente golpeado. El caso tuvo una gran repercusión a nivel nacional. Ante la presión social y antes de que el caso estuviera esclarecido, el presidente Carlos Menem derogó el servicio militar obligatorio por decreto.
La mayoría de los actores tienen menos de 30 años. Están contando una historia con pinceladas de ternura. Sin embargo, durante los momentos de descanso, la figura de Omar aparece constantemente. Datos, trascendidos, se comparten en la complicidad del mate que pasa de mano en mano.
El rodaje durará siete días, recorre varias locaciones rurales y otras, como el aeropuerto, más cercanas a la ciudad. En cada escena trabajan profesionales de Jujuy, Mendoza, Buenos Aires, Río Negro y Neuquén. Un par de zapalinos, amateurs, también participan con pequeños roles. Se genera un movimiento de traslados, alojamiento, comidas; que no pasa desapercibido a la gente local. En tiempos en donde el cine independiente pretende ser diezmado, un rodaje, por pequeño que sea, es un acto de resistencia.
6 de abril:
Dirección: Agnese Boaretto
Producción: Mariana Belén Rodríguez
Productora: Frater audiovisual.
Di María y la Selección: dos ángeles en la cancha

CRÓNICA DE UN EVENTO EN VIVO - FÚTBOL
Por Pablo Corcuera
Una fiesta inigualable. Una fiesta inolvidable. Eso fue lo que se vivió el jueves 5 de setiembre, cuando se realizó el homenaje a Ángel Di María en el partido con Chile por las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026, que se desarrollará en Estados Unidos, Canadá y México.
El merecido reconocimiento a uno de los más grandes jugadores de la historia de nuestro país comenzó con las palabras enfervorizadas de otro emblema de nuestra Selección, el fantástico Sergio Goycoechea, cuya maravillosa performance como arquero sólo pudo ser superada por “el Dibu” Martínez. Las palabras de la hija mayor de Di María, que se retiraba de la Selección, emocionaron al público presente, igual que el video de Lionel Messi (ausente por lesión) que terminó con un “te quiero mucho”.
Llegó el momento de las palabras del ídolo, que tanto sufrió por sus lesiones y por la malintencionada crítica de parte del periodismo, hasta que llegaron los goles en las finales y un extraordinario desempeño. Así se cerró la boca de los lascivos…
Después de los reconocimientos y la canción a capela del genial Abel Pintos, los jugadores de la Selección rodearon al homenajeado, todos con la camiseta número 11 que ahora heredó Giovani Lo Celso, y se sacaron fotos con el ganador de 35 títulos que estuvo 16 años en el equipo argentino.
Y después llegó el partido. ¡Otra historia! ¿Otra historia?
Allí también hubo un ángel; el que viene acompañando a este equipo hace más de 5 años, con dos copas América, un Mundial y la Finalísima ante Italia. Un equipo que fue superior desde un principio y que en el segundo tiempo plasmó esa superioridad en la red. Con un Lautaro enchufadísimo, un Julián imparable, un De Paul protagonista, un Cuti impasable (y al borde de la amarilla), un Ota siempre presente, un Dibu firme (aunque con poco trabajo), un Molina en proyección permanente, un Mac Allister insuperable, y hasta entraron Dybala y Garnacho para poner la frutillita del postre… todos, todos en un nivel que da gusto ver. No por casualidad son bicampeones de América, los ganadores de la Finalísima y los ¡CAMPEONES DEL MUNDO!!!.
Viernes de Jazz en un club roquense

CRÓNICA DE UN EVENTO EN VIVO - MÚSICA
Por Alicia Iturbe
Roca- Fiske es una ciudad que se distingue por las formas en que circula el arte. Se hace arte en muchos lugares: en la Universidad de las Artes (IUPA), en la Fundación Cultural Patagónica (FCP), en centros culturales y municipales o en las plazas. Es costumbre también proponer encuentros artísticos en residencias particulares. Niños y adolescentes asisten a centros de arte de la misma forma que asisten a un club. En el ambiente musical se suele decir que esta ciudad es un semillero de músicos. Y asistir un viernes al “Club de jazz Italia Unida”, permite confirmar que el jazz se vive en Roca-Fiske también de una forma particular
El “Club de jazz Italia Unida” comenzó en mayo de 2024. Creado por el baterista Mauricio Costanzo y otros músicos reconocidos en la ciudad. “La idea es que sea un punto de encuentro para músicos y músicas que van a tocar juntos sin haberlo hecho antes, improvisando, y que la gente pueda ir y disfrutar de los encuentros” manifiesta en una nota periodística.
Las noches de jazz suceden en el salón comedor del club social y deportivo Italia Unida, institución centenaria de la ciudad. Cada viernes de 21.30 a 24, se ofrece una jam diferente, protagonizada por varias generaciones de músicos de jazz, socios del club. Las entradas hay que reservarlas con anticipación ya que al tercer día de salir a la venta se agotan. Se reserva el lugar, no la mesa. Al llegar, los asistentes se ubican en alguna de las ofrecen todavía, sillas vacías.
Al entrar se pueden ver las mesas cubiertas por manteles a cuadros rojo y blanco, dispuestas frente al espacio que oficia de escenario. En las paredes cuelgan escudos y banderas del club. El piano acústico que siempre estuvo en el lugar llama la atención. A espaldas del público se encuentra la barra típica de confitería de época, donde se retiran bebidas. Las puertas y ventanas antiguas, grandes y de madera, dan a la vereda.
En el espacio- escenario ya están dispuestos los instrumentos. A la derecha y atrás, se ve la batería rodeada de varios elementos de percusión (yembé, marimba, panderetas, bombo, maracas, crótalos y otros), lo que permite anticipar que tocaran Ernesto Pugni y Camila Pugni Reta, su hija. Al centro el saxo, el bajo, el contrabajo y atriles. A la izquierda un vibráfono y el piano eléctrico. En el sillón del rincón, una guitarra. No hay sonidista y no hay consola.
Se acomodan los músicos. Ernesto en la batería; Gillermo Lancelotti (trompeta); Víctor Valdebenito (contrabajo); Walter Lusarreta (saxo), y se inicia la magia de la improvisación y el diálogo entre los instrumentos.
Pugni abre con la intensidad que lo caracteriza. Le siguen el saxo y la trompeta, mientas el contrabajo acompaña. Se Suma “El Gato” de Angelis con el bajo y Camila con el bombo. Se produce entre ellos una conexión desde lo gestual y un diálogo musical que emociona. El aplauso del público confirma la valoración de lo que los músicos ofrecen.
Jazz Latino, arreglos de Big Band, autores como Dizzy Gillespie, Duke Ellington, y Chick Corea con uno de sus grandes temas: «La Fiesta», donde aparece de pronto el vibráfono, y así con el swing, el bebop y otras fusiones como el funk. De pronto surge el samba y el bossa del Brasil con Antonio Carlos Jobim, Airto Moreira. Épocas y estilos mezclados con descaro, seriedad e improvisación. El mágico ensamble que ocurre en esta jam.
Por la ventana se ve a Frenando Espinoza, el fotógrafo, buscando el mejor ángulo. Todos los viernes registra los gestos y el instante. Él forma parte del evento, es un artista más. Después de una hora, una pausa. Los músicos se retiran. Las luces se aclaran. Se charla sobre las emociones vividas y varios aprovechan a comer las típicas empanadas de la cocina del club.
Inicia la segunda parte. Ahora Nahuel Salazar al piano. Soledad Muñoz la flauta traversa y Manuela Kamerbeek el vibráfono. Mauricio en la batería y Ernesto con sonidos insólitos de percusión. Otro momento en que la conexión rítmica de los músicos atrapa. Todos forman parte de la misma fiesta, músicos y público, al sonar del jazz roquense.
EL GORRIÓN ANIDÓ EN ELENA

CRÓNICAS DE EVENTOS EN VIVO - TEATRO
Por Mariana Carnese
Las luces del teatro Liceo acaparan las miradas de los turistas que caminan agrupados por la plaza del Congreso, buscando los secretos ocultos de la ciudad que nunca duerme. En la vereda opuesta un joven de espalda encorvada y mirada perdida espera las sobras del día, detrás del vidrio de un antiguo bodegón.
Esta noche húmeda de inicios de primavera pretende ser mágica para la veintena de personas que empieza a acumularse en la vereda del teatro, esperan para poder ver la renombrada puesta de “Piaf”, a cargo de la talentosa Elena Roger.
El Liceo, el más antiguo de la ciudad, con sus 150 años de historia, se alza con su fachada imponente como un viejo templo sagrado. A medida que se acerca el horario de apertura, la gente va formando fila sobre la calle Paraná, rodeada de un bullicio inquieto y festivo.
Una vez dentro, el ambiente cambia, todo se tiñe de una luz tenue. Las mesas de la planta baja simulan un café concert. Los acomodadores yendo y viniendo en todas direcciones con una mezcla de agitación y nerviosismo. La expectativa se palpita en el aire y en cada rincón del teatro, en el que el tiempo parece haberse detenido.
Las luces se apagan y el público se sumerge en un callejón de Francia de los años 30’. Aparece ella: delgada, pequeña y desalineada, pero con una voz única, mezcla de barrio y aristocracia, de simplicidad y fastuosidad.
La obra recorre toda la vida de Edith Piaf, sus inicios, su crianza a cargo de prostitutas, sus éxitos en Francia y Estados Unidos, sus amores y fracasos. La vida del “gorrión de París” (como fue bautizada en sus inicios) fue muy dura, pero en esta adaptación la penuria y la tristeza están matizadas con humor y gracia.
Dirigida por Jamie Lloyd, el mismo que la estrenó previamente en Londres, logra ese clima perfecto con una puesta en escena minimalista pero que traslada al público automáticamente, como en un viaje en el Delorean, al París del burdel y la vida en las calles.
La obra cuenta con excelentes actuaciones como la de Julia Calvo, Diego Jaraz, Rodrigo Pedreira, Natalia Cociuffo, Ángel Hernández y Federico Llambí, entre otros, pero la interpretación de Piaf a cargo de Elena Roger es sublime. Hace 10 años ella fue reconocida por su actuación en “Evita”, musical que protagonizó junto a Ricky Martin en Broadway, y en esta oportunidad logra meterse en la piel del personaje y transmite de una manera mágica el alma y la voz de Edith Piaf.
Entra a escena Natalia Cociuffo, quien se pone al hombro a la magnífica Marlene Dietrich, e interpreta junto a Elena Roger “La vie en rose”. Conmueven con sus voces hasta la fibra más íntima del público en la sala, que se pone de pie para ovacionar sus formidables participaciones. Todo esto acompañado por un talentoso dúo, Carlos Brítez en piano y Gabriel Abramovich en acordeón.
El espectador, va percibiendo el paso del tiempo que deja sus huellas en el físico y en la salud de la cantante francesa. Y cada uno de esos momentos es coronado por una canción, la cual es percibida como un regalo a los sentidos. La obra se disfruta desde el minuto uno hasta que baja el telón.
El teatro permite imaginar, divertir, emocionar y vivir la experiencia que ofrece. Esta obra logra cubrir con creces las expectativas de los que se dieron cita esta noche. El final con “Himno al amor”, la única canción interpretada en español, con una Elena Roger o mejor dicho Piaf, en el final de su vida, cansada y sola sobre el escenario, es el broche de oro de una noche que quedará en la memoria. Todos salen del teatro, obnubilados y convencidos del poder de esta puesta escénica. Les cuesta irse, como si volver a casa significara olvidar lo vivido.
Un grupo de amigos espera a un costado la salida de los actores y uno de ellos entre risas y asombro afirma: “Si Piaf viviera, estoy seguro que pagaría por verla”.
La convención de los héroes que siempre quisimos ser


CRÓNICAS
Por Maximiliano Benítez
Probablemente tenía cinco años cuando leí el primer cómic de Batman. No era una historieta más ya que desde la tapa, Batman decidía irse de la Liga de la Justicia para unirse a los Outsiders. No sé, qué me llamó la atención. Aunque pasados tantos años de aquel momento puedo dilucidar que mi admiración con las máscaras se inició allí. Desde que sostuve ese cómic con mis dos manos.
Pasaron los años y las mudanzas me ubicaron en San Carlos de Bariloche y mantener esa vela encendida de la pasión comiquera fue difícil, sobre todo siendo niño y luego adolescente.
Sostenido por kioscos que traían pocos cómics, tenía la suerte de que haya uno cerca de mi casa, uno en el centro de la ciudad y alguno que otro perdido por otros barrios.
Pero la rentabilidad de esos negocios por estos lares no era algo que pueda mantenerse en el tiempo. Los negocios que se dedicaban específicamente al rubro no llegaban a los tres años abiertos. Nada por aquí, ni por allá. Era momento de guardar esa vela para que no se apague e invertir los intereses en otros pormenores.
Es por eso que cuando llegué a la entrada de la Otaku Con 2024, una parte en mi interior sonrió mucho más allá de las nuevas pasiones: cientos de personas, niñas y niños, adolescentes o más grandes también, vestidos como personajes de todas las series habidas y por haber. De esas que uno pispa pero no ve y de esas que recuerda haber visto.
Así, jóvenes, niños y adultos conviviendo en una convención que dura dos días con actividades para todos. Pese a que Bariloche es una ciudad reconocida, el Estadio Pedro Estremador sigue siendo el que alberga todos los shows importantes y las figuras relevantes que llegan a este paraje sureño. Me gusta pensar que algo de pueblo queda entre esas paredes de concreto que tantas personas y músicas vieron y escucharon pasar.

Es la tercera vez que se desarrolla en nuestra ciudad y pese a que todo está apuntado más hacia el animé que hacia los cómics, la duda despierta mi interés.
El manga, los animé y los cómics son todas tierras del mismo país pero cada uno tiene sus propios habitantes, límites y delimitaciones particulares. No son todo lo mismo. Por lo que intento buscar algo de lo que a veces se ve en alguna publicación de redes sociales. Algo simple pero único. Cajas de cartón con cientos de cómics de distintos personajes. El mejor paisaje para cualquier fan.
La sonrisa continúa pero mis ojos empiezan a buscar este paisaje ya visto. Se ven pines, remeras, relojes, posters, anotadores de series y personajes que nunca vi. Mi billetera se mantiene alerta, quizás algo asustada.
Los “Cosplayers” andan dando vuelta por ahí. Llevando otro sueño personal que es el de vestir el traje del encapuchado. Personajes vibrando en la vida real el sueño de ser quien siempre quisieron ser, por dos días. Miles de niños corriendo y de adolescentes disfrutando por todos lados. Mientras yo sigo sin encontrar lo que vine a buscar.
Trato de calmar a mi corazón y tranquilizar a mi billetera mientras siento un intenso calor de una gran cantidad de horas con una gran cantidad de personas bajo un mismo techo, disfrazados y abrigados por la nevada que estaba anunciada para los dos días.

El Pedro Estremador tiene un acceso principal y a la derecha otro más chico, que en algún que otro recital se lo denominó “Bomberitos”. Allí veo en una punta, a un hombre con cuatro cómics a la venta. Lo encontré.
Trato de caminar de manera regular, tranquilo. Entendiendo que soy un adulto mientras en mi interior mi niño interno me grita que camine más rápido. Río como la primera vez. Como si volviera a tener doce años pero con dinero real y virtual para gastar.
El diseñador del cómic me empezó a hablar pero realmente no me importaba lo que decía. Era lo que estaba buscando. Volver a dar llama a esa pasión que sigue acomodándose en los espacios que la adultez le brinda. Pero aún está.
Me explica que ya vendió los ejemplares pero me puede anotar algunos y me los manda cuando llega a Buenos Aires. Le digo que sí. Mi niño interior le dice que sí.
Le pago sin recibir mis cómics y pienso que si me fuera a estafar preferiría que por lo menos sea así, con una sonrisa que escapa a cualquier foto pero recuerda la alegría del paso del tiempo. El calor seguía siendo agobiante y antes de salir del estadio me vi. Ahí. Perdido por los stands. Gastando el dinero que me dieron mis padres para las fotocopias de la escuela. Mirando y aprendiendo todo con una devoción única.
Me vi entre todas las personas y sonreí con esas sonrisas que te hacen lagrimear. Porque el paso del tiempo había abrazado a aquel niño que trataba de mantener encendida la vela de una pasión, que en ese lugar, era una hoguera de fuego infinito.
No estaba más solo.
No era más un loco.
No era el único que preguntaba por Batman o algún cómic. No era aquel que buscaba en las vidrieras alguna edición nueva o vieja. Éramos miles viviendo nuestras pasiones con nuestros héroes a flor de piel. Éramos todos los que siempre quisimos ser.
Y allí quedó una parte de mí, gastando momentos que no vuelven más. Allí quedó cerrada la locura de un fuego que supo marcar mi vida.
https://www.elcordillerano.com.ar/noticias/2024/08/03/194580-otaku-con-un-universo-que-brinda-abrigo
Rock bogotano: Una vez más resuena el alma de un pequeño gigante

CRÓNICAS
Por Andrés Reyes Matallana
Al grito de ¡ALEGRÍA! las “1280 Almas” celebran a puro rock sus 30 años de trayectoria, en el teatro libre de Chapinero. El grupo, a pesar de haber firmado con el gigante BMG su segundo álbum, se ha casado con su independencia de la mano de su propia productora: La coneja ciega, logrando mantener un sonido análogo y de base, simplemente reuniéndose y dejando a los instrumentos ser, como lo afirma Hernando Sierra (el Mono) guitarrista y uno de los miembros fundadores de la banda.
Un grupo que lleva 30 años alejado de los focos y las grandes audiencias, pero manteniéndose como insignias de la escena rock capitalina (colombiana). Y con su particular sonido mezcla de ritmos caribeños, ska, punk y rock, se engancharon en el tren de la experimentación sonora como sello estilístico. Desde sus inicios, en 1993, tocando en pequeños bares y salas de ensayo de una Bogotá álgida y fuertemente permeada por la barbarie de la guerra narco, supieron contagiar a un público ávido de rebeldía, con su primer álbum, Háblame de horror (1993) lanzado en formato casete en medio del nefasto rigor, tanto policial como mafioso.
El clásico grupo bogotano volvió a grabar y producir su emblemático álbum de 1996 “la 22” esta vez renombrado como la 22 rebelde, y para celebrar, nada más y nada menos que un show en vivo en el que se tocó integra y completamente este álbum. Ya desde las 3 de la tarde se empezó a dibujar una fila a las afueras del teatro, de fanáticos impacientes por disfrutar de semejante fiesta, la que les aguardaba desde las 7 pm con un show acústico y con una austera producción (ya un rasgo característico y casi definitorio de la banda).
Fernando del castillo, vocalista y compositor, micrófono en mano, saluda a los más de 700 asistentes, mientras resuenan algunos punteos errantes del bajo de Juan Carlos Rojas, afinando y calentando motores para el viaje de rock de la noche. Y como queriendo dar un guiño al título del tema con el que abrieron el show, Ectoplasma, una gruesa capa de humo va cubriendo el escenario hasta dejar casi ocultos los artistas… ¿Un descuido intencional? ¿Error de producción?
Con las “1280 Almas” todo es posible, y su público ya ha aprendido a tolerar y disfrutar de estos shows en los que la belleza reside en el fenómeno en sí, en el hecho de estar allí más que en la propia presentación. Sus letras han aglutinado a sus oyentes en una especie de identidad común, la de tratar de seguir alegres en medio del sufrimiento. “En un pueblo fantasma estar vivo es absurdo, en un mundo de engaño hay que vivir de esperanza porque nada ahí afuera inspira confianza” reza la letra de la canción de apertura.
El humo va disipándose lentamente, mientras el sonido, crudo, intenso y potente envuelve el teatro y aviva la fiesta. El público canta y baila sin preocuparse por la afinación, o el hecho de que Fernando suele en ocasiones cantar en desorden la letra, u olvidar algunas partes, pero apoyándose en la memoria de su público el show continúa como si todo esto fuera parte de la performance del espectáculo. Una banda a todas luces muy representativa del rock bogotano, cuyo sonido suele evocar matices de grandes influencias como de The Pixies, The Stooges o de Sonic Youth. A cada minuto de sus ya conocidas presentaciones, el público se sumerge en una emocionante experiencia musical, digna de ser recordada y repetida.
A lo largo de la noche, el repertorio de la banda incluyó canciones emblemáticas como: «Por Ti», una de esas baladas que todos recuerdan; “Olvidar» con un ritmo sabrosón que pone a bailar y Cruz de Batalla, una reflexión sobre la adversidad y el seguir en pie mientras se pueda estar. La noche concluyó entre algarabía, abrazos y aplausos, con una banda que, una vez más, demostró que su relevancia no se mide por las ventas o las listas de éxitos, sino por el impacto sentimental que tienen sobre sus oyentes. “1280 Almas” no necesita más, son ALEGRIA.
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Mendoza y Perú.
(8332) General Roca, Río Negro
Argentina