La explotación sexual y la trata de personas son formas globales modernas de violencia y esclavitud, con múltiples impactos que afectan especialmente los derechos humanos de mujeres y menores.
Las medidas preventivas deben centrarse en abordar las causas profundas como la pobreza y la desigualdad. En tanto que la educación y el diálogo, desde edades tempranas, fortalecen la protección, el respeto y la seguridad de niñas, niños.