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Por Axel Schwarzfeld
Los domingos son días de descanso, ideales para disfrutar de un buen asado, que se vuelve aún más especial cuando se comparte en familia. La calidez y alegría de un momento así es comparable a lo que se ve en “Papá es un ídolo” (2000). En esta película, Pablo, interpretado por Guillermo Francella, le regala a su hijo pequeño un viaje de vacaciones a Sierra Nevada, en España. Allí, además de conocer a una madre soltera española, se reencuentra con una parte de su pasado: la madre de su hijo, quien los había abandonado para irse a vivir a ese país con un esquiador profesional. Ante el temor de que su hijo decida irse a vivir con ella, Pablo hará todo lo posible para evitarlo.
Uno de los aspectos más interesantes del film es que muestra una faceta humorística de Francella con tintes distintos a los que, un año después, se vería en su reconocido programa de sketches “Poné a Francella”. Esto demuestra que no necesita recurrir al humor banal o a referencias sexuales para hacer reír a los espectadores.
Pero esta producción dirigida por Juan José Jusid, quien 16 años antes había estado al frente de “Asesinato en el Senado de la Nación” (1984) y luego “Made in Argentina” (1987), entre otras, no está exenta de drama. Uno de los detalles que destaca en los momentos de tensión, junto a la actuación de Francella, es la musicalización a cargo de su hijo, Federico Jusid, quien en 2009 tuvo a cargo la banda sonora de “El secreto de sus ojos”. El trabajo sinfónico que realizó para la película de su padre logra que el espectador pueda sumergirse por completo en lo que muestra la pantalla y empatizar con el drama que vive el personaje de Pablo. Aun cuando los hilos del guion no terminen atando todos los cabos.
“Papá es un ídolo” es ideal para disfrutar en familia, garantizando sentimientos que van desde la risa hasta la emoción al ver las aventuras de Pablo y su pequeño hijo.