DOCUMENTAL: CRÍTICAS
El legado de una visita infame
Por Andrés Reyes Matallana
Magistralmente, y navegando por las turbias aguas de la historia nazi y sus dantescos crímenes, Carlos Echeverría devela y pone de manifiesto en su documental: Pacto de silencio (2006), la historia de Erich Priebke. Un teniente de las SS, quien luego de ser participe en la masacre de las fosas Ardeatinas, en Italia, como principal colaborador de Herbert Kappler; el Jefe de la policía Alemana en Roma; huye a Bariloche y se instala allí para vivir una vida tranquila y desapercibida como inmigrante alemán a la Argentina, junto a una comunidad de alemanes residentes en esta ciudad. Se mimetiza en ella y vive allí por casi 50 años.
Esta obra da la oportunidad al espectador de adentrarse en un filme elaborado como una manifestación de lucha, de memoria y del gran sentimiento común del Nunca más, instalando en un notable registro un precedente, que conduce a que la atrocidad de la que ha mostrado la humanidad ser capaz, no se repita. Y que la absurda creencia en lo “no tan malo de lo nefasto”, en el error de la obediencia ciega, y la negación a la crítica; no se conviertan en una aberrante excusa para vivir tranquilos y en silencio en medio de una tradición ideológica, que busca negar el valor del ser humano, y entenderlo solo como una herramienta descartable, para conseguir metas o réditos individuales.
A través del uso de recursos narrativos como entrevistas y representaciones fielmente ceñidas a los hechos, el director logra crear un documento audiovisual histórico, genuino, retratando la aparente normal cotidianidad en la que se desenvolvía en Bariloche, el ex agente de la Gestapo, Erich Priebke, las fiestas en las que participaba, las reuniones a las que asistía y su capacidad de desarrollar ese aberrante cinismo que lo llevo a desenvolverse en la cotidianidad de la comunidad barilochense. Incluso una de las escenas con las que abre el documental, justamente retrata a Priebke a la salida de una iglesia en medio de un numeroso grupo de habitantes, que le escudan y defienden del equipo periodístico que buscaba llegar a él para conseguir que respondiera algunos cuestionamientos acerca de su vida.
¿Qué ocurrió con estos vecinos para que se identifiquen con el criminal de guerra? ¿Cuál es la raíz de su incuestionable y ciego apoyo al asesino? Estas preguntas dan el sustento a lo que en adelante será la radiografía de una búsqueda de la verdad, que pone de manifiesto la habilidad de un criminal de guerra para huir sin reparos de su pasado siniestro, e iniciar en otro lugar ocultando su participación en uno de los eventos históricos más aberrantes de la humanidad. En una impactante escena, se entrevista a Joaquín Saavedra, quien trabajara en el hotel Catedral, y que menciona como Priebke les compartía de manera anecdótica las ejecuciones en las cuales fue participe.
Esta pieza documental da la oportunidad al espectador de elaborar ideas propias en la interpretación de los hechos ocurridos, ya que se inserta directamente y de manera cruda en la realidad de una comunidad víctima de las calumnias de criminales nazis, quienes través de la elaboración de documentos falsos y la complicidad de instituciones como la iglesia católica, lograron continuar con sus vidas, y en adelante enarbolarían un ideario del pensamiento y la cultura política que algunos gobernantes e incluso de importantes facciones de la sociedad, continuarían reproduciendo a través de maquinarias orquestadas para perpetuar la intolerancia y el rechazo a lo diferente.
Con la singular precisión en el manejo de las imágenes que ofrece Echeverría, es posible captar diferentes estadios cruciales en el desarrollo argumentativo: la llegada de Priebke a la Patagonia, los trabajos en los que se desempeñó como un civil aparentemente responsable y trabajador, su relación con la comunidad alemana, el auge de su “nueva” vida, sus éxitos y capacidad para camuflarse e incluso vivir bajo la complicidad de sus allegados, vecinos y una parte importante de la comunidad. Su influencia en los asuntos académicos del colegio alemán, entre otros, son algunos apartes que acentúan el énfasis en la denuncia de la incidencia que tuvo en el desarrollo esa sociedad, y el legado que este tipo de migración dejo en la ciudad y en el país.
Infortunadamente, a pesar de la casi impune muerte de este tipo de personas y la condena histórica de estos criminales, su cruel legado continua siendo parte de una huella bochornosa y desgraciadamente imborrable, que aún hoy en día se percibe, y solo apelando a la memoria, la conciencia y en gran medida a la denuncia de estos horrores, se logrará contribuir a la ruptura de este pacto de silencio, de negarse a aceptar e ignorar la crueldad, siendo críticos con la tradición y el pasado, ya que creer en el perdón y olvido, sólo conduce a la repetición.
Solo estando atentos a la forma en cómo se narra la historia y teniendo en cuenta múltiples puntos de vista y análisis históricos, se lograra entender que la crueldad no debe tener cabida en ninguna sociedad, y mientras se siga ignorando la historia macabra no habrá forma de no repetirla. Pacto de silencio, es una invitación a alzar la voz de la conciencia y la hermandad en medio de la cada vez atenuada solidaridad en las sociedades actuales.