
CRÓNICA DE UN EVENTO EN VIVO - CARRERA
Por Maite Arana
Son las 8:00 de la mañana de un domingo y hay una multitud reunida en el centro de Neuquén capital dispuesta a participar de la carrera denominada “Mi ciudad corre”. Hay buen sol y hace calor, está por empezar la primavera. En toda la ciudad hay poco movimiento y se siente un silencio impactante, excepto acá, en estas cuadras donde se respira adrenalina, nervios, alegría, ansiedad. Es muy temprano para rodearse de tantas emociones, sin embargo ahí está la multitud, cantando y bailando a los gritos, reuniéndose con los suyos, abrazándose, entrando en clima.
Los parlantes a todo volumen, las risas extravagantes y las palabras de aliento inentendibles que se oyen alrededor dan la sensación de estar en alguna fiesta, celebrando algo que unió a toda esta gente en ese mismo lugar a esa misma hora. Las miradas se buscan palpitando la cuenta regresiva, presintiendo que falta poco para ese momento: el momento.
Se reunió gente grande, joven, parejas, adolescentes, ancianos, niños, mascotas. La voz del animador retumba en los oídos de todos, en un escenario tres personas atraen a la muchedumbre con sus movimientos, invitando a saltar, bailar y cantar. En el otro extremo se mantienen los más reservados, que tienen la mente concentrada en su misión y buscan abstraerse un poco del bullicio con sus auriculares y sus ejercicios técnicos que, aparentemente, los enfoca en el momento presente.
No se sabe exactamente cuánto falta, se supone que tan sólo unos minutos. Mientras tanto los asistentes siguen llegando al encuentro, a la única manzana de la ciudad donde hay ruido, música y gente; es fácil ubicarla desde cuadras atrás. La ansiedad comienza a crecer, algunos ya se notan impacientes, sudan antes de tiempo y entre todos, el gran núcleo de gente disfruta de los últimos momentos compartidos, respirando el aire fresco y sintiendo esos minutos de tranquilidad y quietud, antes de que todo explote. 2km, 5km, 10km o 21km, todas las categorías exigen un nivel de concentración previo al gran momento de esta maratón.
Los altavoces anuncian que se debe comenzar a formar una fila debajo de un gran arco, en el medio de una avenida. Rápidamente la gente se deshace de sus pertenencias, abraza a algunos familiares, amigos y se dirige con prisa a su posición, ubicándose dentro de una nueva muchedumbre, pero ésta es distinta. Aún hay caos, gritos, risas, no es una fila ordenada, pero cumple su propósito.
Todos saben que falta menos de 5 minutos, tal vez 3 o tal vez 2. Aún no se anuncia nada, pero en ese momento las manos comienzan a palpitar, las piernas cosquillean, los pies quieren escapar solos, el corazón se acelera, la respiración parece ahogarse entre tantas inhalaciones y exhalaciones, entre tantos sueños y metas personales. Algunas miradas se encuentran entre el tumulto de gente y mutuamente se transmiten éxitos. Será momento de respirar hondo, largar el aire y comenzar a correr cuesta abajo por esa Avenida principal, procurando no chocar con nadie, manteniendo la cabeza fría, sintiendo cada paso, dejando salir la alegría y los nervios acumulados, cumpliendo un objetivo para muchos. En todos los alrededores se escucha 3, 2, 1 y se sabe que la carrera comenzó.
En ese momento se ve una marea de gente huir por esa gran calle principal, los gritos del animador se intensifican, las palabras alentadoras crean un clima emocionante, todos buscan ubicar a alguien en esos instantes de la largada para capturar la mejor imagen.
Rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos ya no se ven más corredores, todos han seguido su camino cuesta abajo. Llegarán por la Avenida hasta la Ruta, cruzarán, darán la vuelta por el río y su paseo neuquino, respirarán el aire de la costa y volverán a subir con más fuerza.
Mientras eso sucede, los espectadores proceden a dispersarse y a buscar entretenimientos para pasar el rato y esperar a los primeros atletas. Comienzan a aparecer los mates, las facturas, se arman rondas de gente que, para este momento ya está con mucha menos ropa por la intensidad del sol del mediodía. Los gritos y el caos se atenuaron, el animador abandonó momentáneamente su puesto y la música que antes aturdía ahora sólo acompaña la espera, como una música de ascensor.
Los espectadores apenas van por el primer termo de mate cuando ven llegar a los primeros deportistas. Caos nuevamente, esta vez con aplausos seguidos de felicitaciones, el animador vuelve a su puesto para recibir a los primeros de los 2km. La mayoría llegan con sus mascotas, cansados luego de una vuelta de 20 cuadras. Hay muchos niños a quienes se les ilumina el rostro cuando la multitud aplaude y vitorea por ellos, eso les da fuerzas para correr más rápido y llegar al arco que está esperándolos unos metros más adelante.
En medio de la emoción y ternura de los niños y las mascotas, comienzan a aparecer como ráfagas los primeros de los 10km. Pasan como un rayo entre los presentes, intentando marcar su mejor tiempo y concentrados en esa línea de llegada. En esta categoría se destacó el zapalino Julián Acuña, quien ganó el primer puesto. En las mujeres llegó primera Martina Escudero, la cipoleña que es reconocida mundialmente en atletismo.
Nuevamente el ambiente volvió a llenarse de emoción y música intensa acompañada de emociones intensas. Seguido de estos dos atletas comenzaron a llegar los demás. Los deportistas saben que todo está acabando y que el esfuerzo y el entrenamiento de tantos meses los ha llevado a este lugar, a ganar esta medalla y este reconocimiento.
El cansancio del madrugón comienza a pesar cuando a lo lejos se divisan a los primeros de los 21km, la categoría más extensa. Para este momento el aire es más caluroso y, aunque los espectadores no han corrido, las piernas pesan de tanta espera y aguante. Sin embargo, allí están las familias y los amigos, esperando a los suyos, brindando las últimas palabras de aliento y ahora, como ocurrió en el gran momento inicial, presienten que llega el final.
El mejor en el historial de los 21km fue el atleta chubutense de élite, Joaquín Arbe, y tras él llegó el reconocido roquense Alexis Corrías. En la categoría femenina Paola Alarcón, de Rincón de los Sauces, llegó primera, mientras que Brenda Guerrero de Cipolletti llegó segunda.
La preparación física y mental de meses fue puesta a prueba en este desafío que enfrentaron más de 15.000 personas, tanto de la ciudad como de localidades vecinas. Luego de varias horas la fiesta comienza a llegar a su fin, la muchedumbre va separándose y lentamente la ciudad vuelve a su tradicional silencio de domingo. Tan sólo quedan algunos grupos esperando a los últimos rezagados y disfrutando antes de que todo haya terminado hasta el próximo año.
Atletas de élite y vecinos de la ciudad se reunieron en este evento deportivo que se celebra hace años en el marco del aniversario de la ciudad de Neuquén y que congrega a toda la comunidad neuquina, la cual crece día a día junto con esta ciudad valletana.