DE UN TERRENO PELADO A UN ESPACIO DE PRODUCCIÓN

El llamado a voluntarios para participar del taller teórico-práctico de Huerta Agroecológica fue exitoso por la respuesta y por la permanencia desde su comienzo hasta este viernes 28 de febrero, en que se celebró el ritmo continuo de cosecha y de distribución de productos entre el estudiantado de la FADECS-UNCo. Nos acercamos a conversar con los voluntarios y los impulsores institucionales del proyecto, quienes nos contaron sobre la marcha del proyecto.

A la estudiante Guadalupe le despertó el interés y se sumó a la tarea, «que varía en forma diaria, desde hacer bordos o sacar malezas de los bordos o plantar, y que va cambiando con la necesidad. Se aprende sobre la sustentabilidad y se fomenta conciencia en cuanto a la alimentación. Es un espacio en donde se puede producir alimentos propios y libres de agrotóxicos, los que van al comedor o a las residencias universitarias, y nos llevarnos un conocimiento que podremos reproducir en nuestras casas y en otras huertas».

«Además de los beneficios alimenticios que produce, dice Malena, es una ayuda como terapia, en la medida en que salimos de la rutina del día a día en la facultad. Lo que nos está haciendo falta son herramientas como pala, azada, rastrillo y manguera».

A Claudia le parecía que «iba a ser algo chico y fue creciendo en base al trabajo de unas quince personas. La huerta requiere un cuidado diario, se aprende en lo personal y en los vínculos con nuestros compañeros y con los vecinos del barrio, y nos hace bien».

El interés por cambiar la rutina e incorporarse a un espacio de aprendizaje sobre lo que es la producción orgánica a través de la huerta, fue también lo convocó a Francisco. «Acá se aprende a sembrar, a cosechar y a relacionarse con las personas que se acercan, y a producir nuestra propia comida, tanto para la FADECS como para nuestras casas. Todo es producto de nuestro trabajo y de las personas que nos ayudaron a organizarnos en torno a este proyecto. Está invitada toda la comunidad a sumarse a este proyecto, somos diez o quince pero siempre es bienvenida la gente», dijo.

Una primera experiencia muy alentadora

El ingeniero agrónomo Pablo Vázquez (INTA) explicó que «desde Pro Huerta recibimos un pedido de asistencia técnica de parte del Área de Hábitos Saludables de la FADECS-UNCo. Así, comenzamos con las capacitaciones y la provisión de semillas, y la casa de estudios participó con la presencia de los estudiantes a los que formamos en forma conjunta».

Este vínculo lleva ya dos años y está encuadrado en un convenio marco con la UNCO que habilita a todos los trabajos que realiza el Instituto, «son iniciativas que tomamos muy bien y que en este caso estuvo muy bien fundamentada y nos pareció muy interesante trabajar con estudiantes porque se les da un plus acerca del medio rural y la producción, es un recurso más en su carrera como futuro profesional», dijo.

«A nosotros nos sirve mucho interactuar con gente que sabe de lo social, los estudiantes han puesto mucho esfuerzo acá y estamos muy conformes con la marcha de la producción y de como va el trabajo del grupo. A futuro aspiramos a que sea una centro de capacitación o demostrativo de Pro Huerta del INTA, en tecnología de riego, en cultivos, y otros aspectos, para que el público local que quiera venir a capacitarse y entender de huerta pueda recurrir a este lugar que para nosotros es muy importante», dijo Vázquez.

Generar conciencia sobre alimentación

Este es un sueño realizado para Patricia Plá, del Área de Hábitos Saludables de la Secretaría de Extensión de FADECS-UNCo, nacido a partir de un proyecto de Huerta Agroecológica y Comunitaria, presentado en 2019 ante las autoridades de la FADECS-UNCo y aprobado por el Consejo Directivo. En forma resumida explicó que «en septiembre se hicieron los plantines y almácigos, la primer siembra se hizo entre octubre y noviembre y en enero comenzó la cosecha».

«El objetivo principal es concientizar respecto de lo que comemos y, en el marco de la soberanía alimentaria, saber qué estamos comiendo y poder elegir y producir nuestros propios alimentos», dijo. Con este programa, se hizo un llamado de voluntarios que tuvo una muy buena respuesta, se conformó un equipo de once estudiantes, además del apoyo y asesoramiento permanente de un ingeniero agrónomo del INTA, además de la provisión de las semillas.

«Durante el receso de enero se ha cosechado y distribuido en distintas instituciones; a partir de febrero, con la llegada de los estudiantes, la producción se destinó a las residencias estudiantiles y al comedor universitario», dijo Plá. Esta primera primer experiencia desde el Pro Huerta del INTA con la Universidad Nacional del Comahue continúa abierta para que los estudiantes se acerquen, pasen y se informen sobre los trabajos en marcha y los beneficios que genera compartir labores de cultivo.

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