EL APRENDIZAJE SOCIAL PARA ACEPTAR LO DISTINTO

Agustín Sohn es un estudiante avanzado de la carrera de Comunicación Social de la FADECS-UNCo cuya vivencia desde la segunda infancia, en su etapa escolar primaria y media, lo llevó a transitar caminos de superación personal y de apoyo a pares suyos que podrían estar sufriendo experiencias parecidas. Hablamos del Acoso Escolar o «Bullying», un tema que hoy Agustín conoce muy bien y del que cuenta con herramientas para hacerle frente.

Es por ello que suele ser convocado con frecuencia por áreas públicas y de la sociedad civil para colaborar y dictar talleres junto a preventores juveniles, y así capacitar a los adolescentes como agentes multiplicadores que lleven adelante acciones preventivas en las escuelas, barrios y grupos de amigos. Para Agustín, haberse convertido en un referente sobre el Acoso Escolar fue, como en otras acciones que encara, un estímulo que lo mantiene activo desde el 2012, al frente de campañas y charlas de todo tipo con el fin de crear conciencia y, sobre todo, generar pautas de prevención.

En el mundo adolescente se lo puede considerar una figura pública o de relieve y las redes sociales fortalecen ese necesario vínculo de ayuda y contención que en no pocas oportunidades es reclamado por los adultos. Además, Agustín preside la Fundación «Conectados Conciencia Interactiva», desde la cual potencia el trabajo de traspaso de las campañas a las comunidades que se nutren con su labor solidaria. A continuación, la entrevista que mantuvo con el área de Comunicación Institucional de la FADECS.

Pregunta: Agustín, para nuestros lectores de la FADECS-UNCo, me gustaría que nos presentes tu caso, es decir, que nos cuentes tu historia de estudiante que sufrió de acoso escolar ¿Cómo comenzó y se fue desarrollando? ¿Qué tipo de acoso sufriste?

Respuesta: Mi caso de acoso escolar sucedió en dos colegios, entre primaria y secundaria, comenzó cuando tenía 11 años más o menos. Fue especialmente verbal y psicológico; apodos, cargadas, insultos, bromas pesadas y algunas otras prácticas de aislamiento para hacerme sentir como el raro, el que no encajaba, el único diferente dentro mi curso, siendo que diferentes somos todos.
Pero, el mensaje de mis compañeros de alguna manera era que lo diferente era malo, y en ese momento pensé que era así, porque era chico y para mis compañeros, para los chicos de mi edad en general, era lo natural o lo lógico de pensar, me convencieron de ello por mucho tiempo, lamentablemente.

P: ¿Cómo fue tu reacción ante el acoso que sufrías?
R.:
Normalmente, las diferencias que mas se enfatizan cuando se sufre de acoso son las cuestiones físicas; el no encajar con el canon o modelo estético de belleza socialmente aceptado en la sociedad, si tenes sobrepeso, si sos muy flaquito, si sos alto o bajo, si usas lentes o brackets, etc. Pero, en mi caso, yo era un chico que físicamente encajaba dentro de lo aceptado y aun así sufría de acoso… ¿Por qué?

Probablemente, por mi personalidad, mas allá de que la mayor parte de los casos se den por aspecto físico, el acoso puede darse por cualquier cosa que te diferencie del resto. Entonces, lo que sucedía es que yo era un chico al que le gustaba participar en clase, me gustaba cantar en los actores escolares, me animaba a levantar la mano, a hablar en voz alta, a preguntar si no entendía algo o quería saber sobre algo y a alzar la voz si sabía o tenía una opinión formada y que quería compartir.
Como mencionaba, mi primera reacción ante el acoso fue naturalizarlo, como la mayoría de mis compañeros no me aceptaba, y los profesores no actuaban, pensé que era lo normal y que yo merecía lo que me pasaba.

P.: ¿En qué momento pudiste darte cuenta lo que te estaba pasando, y qué fue lo que te hizo ver que algo no estaba bien?
R.
: Abrí los ojos cuando, luego de 3 meses de acoso, decidí contárselo a mis papás. Ahí, ellos lograron explicarme que eso no era normal, que no era cosa de chicos, que ni yo ni nadie merecía pasar esa situación, y que había que empezar a buscar la manera de solucionarlo.

P.: ¿Pensás que te han quedado marcas de aquellos años?
R.:
Sin duda, el “Bullying” o Acoso Escolar deja marcas, cicatrices y traumas en la vida de la víctima, eso afectó mi personalidad en ese momento e incluso hoy; por ejemplo, me cuesta socializar con chicos de mi edad y mi generación debido a esa experiencia. Pero, por suerte, yo tuve la posibilidad de recibir la contención de mi familia, que me brindó las herramientas que necesitaba para poder salir adelante, superar el acoso y salir mejorado y fortalecido de todo eso, e incluso animándome a ayudar a otros que lo pasan o lo pueden pasar en el futuro.

Siempre que doy charlas en escuelas, ferias del libro u otros espacios donde transita la juventud y la adolescencia, en estos 7 años que llevo de campaña, uno de mis mensajes es que se puede superar y dejar atrás el acoso, que se puede evitar que eso afecte tu vida negativamente, que se puede evitar que una víctima de acoso decida suicidarse o que viva toda su vida frustrado, pero eso solo es posible cuando se cuentan con las herramientas adecuadas.

P.: ¿Cómo fue tu paso de ser víctima de acoso a dar charlas preventivas?
R.:
Luego de contarle a mis papás sobre lo que me pasaba en la escuela, tratamos de resolverlo a través del diálogo con los docentes, directivos e incluso con los padres de mis acosadores. Lamentablemente, nos encontramos con que, o bien no quisieron, o no supieron cómo hacer algo al respecto. Por eso decidí cambiarme de colegio, fue cuando sentí que ya no aguantaba y que estaba tocando fondo, tenía 15 o 16 años en ese entonces.

Cuando pasé a otra escuela, decidí cambiar por completo mi personalidad, me volví un chico encerrado en sí mismo, no hablaba, no interactuaba ni socializaba con mis compañeros, dejé de participar en las clases y en los actos escolares, básicamente dejé de ser yo mismo.

En ese momento decidí refugiarme en la lectura, me la pasaba leyendo, siempre me llevaba en la mochila algún libro para leer en los recreos y horas libres mientras mis compañeros charlaban entre ellos o jugaban a la pelota o a las cartas. Lo que parecía otra forma de autoencierro devino después en una nueva salida y forma de expresión, ya que me enganché tanto con la literatura juvenil de moda en aquella época, con libros como Los Juegos del Hambre, Divergente, Maze Runner, Bajo la Misma Estrella, Percy Jackson, Harry Potter, etc.

Así fue que decidí hacerme booktuber, creé un canal en YouTube en el que compartía mis opiniones y mis gustos literarios, recomendaba libros y lecturas a otros chicos de mi edad en internet. Cuando vi la aceptación que tenían esos contenidos empecé a relacionar ciertos libros con lo que a mi me pasaba, y a contar que había sufrido de acoso en la escuela. Mis seguidores se identificaron con eso, me apoyaron y me di cuenta que éramos muchos más los que sufríamos de este flagelo, por lo que me decidí a visitar escuelas de Río Negro, Neuquén y de otras partes del país.

DE UTILIDAD PARA ALGUIEN QUE LO ESTÉ SUFRIENDO O LO PUEDA SUFRIR EN EL FUTURO ¿Qué debe tener en cuenta un joven y su entorno adulto para no ser víctima de acoso?

  • Que lo hablen con un adulto responsable, y al que le tengan confianza de que lo va a contener, apoyar y ayudar; puede ser un papá, un tío, primo, vecino, “profe”, maestra, preceptor, portero, director, vice, quien sea.
  • No naturalizarlo. No es normal sufrir de acoso, nadie lo merece jamás. Hay una realidad posible en la que se puede transitar la escuela sin ser discriminado y hay que buscar la solución para lograrlo. Debemos entender que ser diferente no es malo, y que hoy más que nunca la diversidad abunda, en las escuelas, en las universidades y en todos los espacios, y es genial que así sea. Tenemos que aprender, no solo a aceptar lo distinto, sino a ver de qué manera poder sacarle el mayor provecho para aprender y crecer como personas y como sociedad.
  • Enfocarnos en lo que nos gusta, lo que nos apasiona y nos llena el alma. A Agustín le pasó con la lectura, pero a otra víctima le puede suceder lo mismo con un deporte, con un arte, con los videojuegos, con las series, películas o cualquier cosa. Una víctima de acoso escolar no debe dejar de hacer lo que le gusta por el miedo a lo que dirán los demás; eso, tarde o temprano se puede transformar en nuestra mayor fortaleza, al menos Agustín pudo hacerlo y si él pudo, todos pueden.
  • Debemos entender que el acoso nos perjudica a todos, no solo a la víctima, a los testigos que ven los hechos y no actúan y lo normalizan, y también al victimario; pueden ser adultos violentos en otros ámbitos y contextos de sus vidas, y si esa actitud no tiene consecuencias y no se les enseña que eso que hacen está mal, no habrá forma de solucionarlo
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