La antropóloga feminista Rita Segato recibió este lunes un multitudinario abrazo regional, que se dio cita en el predio de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNCo con motivo de la charla conferencia sobre la problemática de la mujer y la construcción de nuevos horizontes para el feminismo.
El decano de nuestra casa de estudios Lic. Andrés Ponce de León le brindó un cálido recibimiento y agradeció a quienes hicieron posible su presencia, a los organizadores del encuentro y a la familia de la visitante por ceder horas de reunión familiar para asegurar su presencia. Lo acompañaron la Vicedecana Abog. María Raquel Calvo, la Secretaría de Extensión y Asuntos Estudiantiles Abog. Sofía Szechenyi, el Secretario Administrativo Felix Teseyra, y la Secretaría de Ciencia y Técnica y Relaciones Internacionales Mg.Cecilia Beitia.
En un breve contacto con los medios de comunicación de nuestra ciudad, Rita Segato afirmó que «Argentina está inspirando a los movimientos feministas del mundo, como ya lo hizo al demostrar que se puede hacer política como madres». Minutos antes, tuvo su bienvenida en el despacho del decano en donde fue agasajada con una pintura y presentes entregados por las autoridades de nuestra casa de estudios.
Las primeras palabras que dirigió al numeroso público desperdigado por el amplio terreno del asentamiento universitario fueron mediante el planteo de una disyuntiva «o invertimos en las cosas y producimos individuos, o invertimos en los vínculos y producimos comunidad, y encontramos algo que el proceso de la conquista y la colonización destruyó».
«El lenguaje del mundo desigual del que hablábamos en los ’60 y los ’70 se queda corto, hoy estamos viviendo en un mundo de dueños. El problema no es ya de concentración mundial sino del ritmo con que se produce esta concentración de la riqueza, ese mundo que cosifica la vida, y que llamé la ‘pedagogía de la crueldad’, con lo que quiero definir todo aquello que nos habitúa a ver la vida como cosa, y en el que ponemos la meta de la felicidad», dijo.
La antropóloga expresó que cree en la historia como un ‘camino anfibio’, sobre el cual explicó que nos enfrentamos a la alternativa de «entregar un poco de nuestro planeta en pos de un proyecto, pero no con una mentalidad de corto plazo, de ‘riqueza hoy y pobreza mañana’. Debemos tratarlo con madurez, no negarlo en forma absoluta, sino tratar la posibilidad de la vida hoy de manera ‘anfibia’, es decir un poco por ahí y un poco preservando el arraigo local, la protección del paisaje que habitamos, de aquello que nos dice quienes somos».
«Un pueblo es un sujeto colectivo que se ve viniendo de una historia en común y transitando hacia una historia en común, dijo, a pesar del conflicto, de la divergencia y los debates, pero que se ven como siendo parte de un mismo colectivo y en un paisaje vivo, que habla, que es un libro de historia y que si lo destruimos nos quedamos sin referencia».
Al entrar en uno de los puntos centrales de sus investigaciones expresó ser «contraria a guetificar la cuestión de género, de las mujeres, soy militante de discutir las cuestiones del feminismo pero sin separarlas del contexto político, económico, de una reflexión sobre un ámbito mayor, lo que sería un error. Los problemas de las mujeres están bien dentro de esta historia, y uno de los reflejos de la pedagogía de la crueldad es lo que nos pasa a nosotras».
«En la instrumentalización del cuerpo de las mujeres, por caso en los prostíbulos que son una escuela por excelencia donde se aplica la pedagogía de la crueldad, es donde los hombres aprenden a ver a las personas como una cosa, es un adoctrinamiento o condicionamiento para que el sujeto joven aprenda a ver a una persona como una cosa, lo que es funcional en la fase histórica del capital que atravesamos y que llamo ‘fase apocalíptica’, una de las escuelas de la cosificación de la vida es el prostíbulo», dijo.
Durante su exposición retomó la idea inicial de concentración de la riqueza para referirse a «un mundo marcado por la dueñidad, el que se expresa con violencia extrema sobre el cuerpo de las mujeres, por ejemplo en El Salvador o en México en donde la guerra entre pandillas se da en el cuerpo de las mujeres, la mujer es el campo de batalla. Y es una forma de enviar un mensaje de arbitrio, de impunidad en el tratamiento sobre el cuerpo de las mujeres, que no son el enemigo bélico, sino que su muerte es una exhibición de impunidad, de dueñidad».
Segato manifestó su optimismo al explicar que se observa que «hay un cambio, es visible, en un documental sobre Alfredo Zitarrosa se ve el exilio y la posición de la mujer militante de los años ’60 y ’70, una posición que ya no podría existir porque las mujeres estamos en otro lugar de la política. Hoy estamos en la proa de la política, en el punto de causar una transformación de lo que importa, de reorientar la historia en otra dirección».
«En la conciencia de las mujeres más jóvenes eso está instalado en forma profunda; al mismo tiempo hay una gran decadencia en la masculinidad hegemónica, de la forma clásica de la masculinidad. Hay un vaciamiento, una decadencia, y se observa en los cuerpos y en las conversaciones de los hombres. Mientras que en las mujeres se ve una ebullición histórica que lleva setenta años de reflexión, de producción de conocimientos, de construcción de una crítica feminista del derecho, de la historiografía, de la filosofía, de las ciencias sociales», dijo.
«Es mucho pensamiento, mucha sofisticación, y no es una vanguardia la que lo hizo, no hay vanguardias ni debe haberlas, ni debe tener un único propósito ni una única meta, el movimiento feminista es extraordinariamente plural y esa pluralidad de deseos y de formas de deseos y de metas de felicidad es su fuerza y no su debilidad», expresó Segato.
(Fotos gentileza del fotógrafo Leopoldo Salazar)