El pasado viernes y sábado se realizó en la FADECS el seminario «Abordaje del abuso sexual infantil», en el marco de la Especialización en Trabajo Social Forense, con la presencia de la Licenciada en Psicología y Doctora en Ciencias Penales, María Lourdes Molina. La profesional brinda seminarios de entrenamiento sobre distintas formas de violencia, específicamente en intervención y redacción de informes en casos de abuso sexual, un tópico de alta demanda en nuestro país.
Sus clases están dirigidas no sólo al ámbito de la universidad sino también al comunitario, por lo que convoca a numerosos asistentes de distintos ámbitos y disciplinas. El objetivo es hacer comprensible y facilitar el acceso a las herramientas de intervención a personas de distintos niveles de formación de la administración pública (docentes, psicólogos, trabajadores sociales), la justicia y entidades de la comunidad.
El abuso sexual infanto-juvenil es una problemática compleja que está atravesada por distintas variables, y requieren un abordaje multidisciplinario por tratarse de la forma de violencia en su mayor expresión. Muy cercanas a ella se encuentran la explotación sexual y la trata de niños con fines sexuales. “Hablar de complejidad implica que siempre sean consideradas graves, que exigen toma de decisiones extremas. Si el abuso sexual es intrafamiliar requiere a veces de medidas de separación y que se le ponga un límite a los agresores para que puedan pensar acerca del daño que han ejercido”.
A diferencia de otras formas de violencia, en estos casos se está hablando de un delito que requiere la participación de distintas áreas de gobierno (policía, justicia, municipios, sector administrativo). Durante el encuentro se debatió el modelo de intervención en el campo específico del trabajo social forense, lo cual implica referirse a los fueros, el fuero civil y el fuero penal. En ese marco tiene que estar ajustado y acotado a los procedimientos propios del campo forense. “Cuando uno está en el campo más administrativo tiene mayor flexibilidad a la hora de la intervención, puede tomarse otros tiempos, tiene otros plazos. Y existe la posibilidad de mayor despliegue creativo a la hora de acompañar a una familia”.
No hay una sino múltiples estrategias de abordaje de la problemática y exige desarrollar flexibilidad neuronal para alcanzarlas. “No todo se reduce, ante una sospecha, a hacer la denuncia, y después mandar a tratamiento a la víctima y poner preso al agresor; que en muchos casos es un miembro de la familia. Si pensamos que esta es la manera de solucionar la problemática del abuso estamos muy equivocados”. Para Molina hay que trabajar con la familia (con la víctima, con la madre, con el agresor, con los hermanos) lo cual exige un abordaje terapéutico interdisciplinario que va mucho más allá de la denuncia.
La licenciada dejó claro su concepción en cuanto a que “es muy difícil elaborar el abuso sexual si no hay justicia. Necesitamos que haya algún otro que ponga un límite. Porque si no, la víctima no termina de poder dimensionar que hay algo que no estuvo bien y que no fue ella o el, sino que fue otro, que no hizo lo que tenía que hacer, y hubo un sistema que estuvo ausente. Entonces, también es necesario concebir el abordaje judicial como algo terapéutico”.