En el marco del curso de Postgrado «Comunicación y culturas populares en la Argentina contemporánea», estuvo en la FADECS el profesor José Garriga Zucal. Durante el seminario se abordó una diversidad de trabajos y enfoques que engloban los llamados “estudios culturales” desde diferentes matrices analíticas. Esta es parte de la entrevista que se le realizó de manera conjunta con el área de comunicación del Departamento de Posgrado de la casa de estudios.
Pregunta. ¿Cuál es la especificidad del análisis cultural y de los “estudios culturales” en la perspectiva latinoamericana?
Respuesta. Podríamos decir que hay una especificidad respecto a una pregunta por el poder y la dominación. Y que tal vez los estudios latinoamericanos tienen como objeto dar cuenta de la dominación y del poder en términos de la cultura popular.
P. ¿Qué aspectos del análisis cultural que usted propone hay que tener en cuenta para realizar una lectura crítica de contenidos, objetos y enfoques?
R. Primero hay que tener en cuenta la cuestión relacional. Entender a la cultura como una relación. Una relación entre distintos actores sociales. Es decir, no podemos pensar a la cultura como aislada, homogénea. Para hacer un buen análisis cultural es necesario hacernos preguntas serias sobre qué es cultura y qué no es cultura. Entonces, un punto de partida sobre nuestros objetos y enfoques es pensar ¿qué pensamos sobre cultura?, reflexionar sobre eso. Cuando hablamos de cultura no estamos hablando de un todo homogéneo, armónico, sino que estamos hablando de relaciones de poder, de conflicto, de heterogeneidad. A pesar de que haya cultura.
P. Desde el enfoque que usted propone ¿Qué rumbo transita la producción académica en el campo de los problemas culturales contemporáneos?
R. Lo que he estado intentado presentar es que hay dos rumbos diferentes. Un rumbo que tiene que ver con pensar a las culturas populares desde su relación con la dominación, o sea que parten desde la pregunta por el poder; y otro rumbo que tiene que ver con pensar las culturas populares a partir de su diferenciación o lo que los distingue. Esos rumbos tal vez tienen puntos de llegadas similares, pero son, como puntos de partidas, bastante diferentes.
P. ¿Qué análisis hace de los procesos concretos en materia de investigación en el ámbito universitario argentino?
R. Creo que en los últimos años ha habido, en materia de investigación, avances significativos. Entendiendo que se ha priorizado, de alguna manera, la investigación a través del CONICET y a través de las universidades, y entonces ha habido más investigación social, mejor investigación social. Todo es subjetivo, se puede discutir, pero sí hay mucha más investigación social. De hecho, en los últimos diez años, la cantidad de doctores ha aumentado exponencialmente, eso muestra que hay más investigaciones, más autores, más ingresos a carreras. También han aumentado la cantidad de revistas y con muy buenos criterios de indexación, con muy buen perfil. Y, por otro lado, investigaciones que están por fuera de la investigación más académica; eso también es un punto interesante, porque ahí hay también bastante investigación que juega el juego de no replicar las normas de la investigación universitaria, lo más académico.
P. ¿Cuál fue su trabajo más destacado de investigación?
R. Yo soy un «violentólogo». Trabajo temas de violencia en dos áreas diferentes. Primero, trabaje temas de violencias vinculados al fútbol. Y analicé etnográficamente a los «barrabravas». Y entonces, el objetivo de mi trabajo de investigación, ya sea para mi licenciatura, maestría y doctorado, fue dar cuenta de los sentidos en las prácticas violentas, desde las ópticas de los «barrabravas». En ese proceso, lo que hice fue más que nada dar cuenta de que lo que nosotros definimos como «violencia» tiene para los «barrabravas» un carácter positivo, que ese carácter positivo es parte de su identidad, y que esa es una identidad que les permite incluirse dentro de una red de relaciones sociales. La violencia no los excluye del mundo social sino que los incluye en relaciones con políticos, dirigentes, jugadores, etc. Entonces, mis primeros trabajos sobre investigación con la violencia tienen que ver con dar cuenta de esos sentidos que existen detrás de practicas que no tienen sentido, la violencia.
Ya hace 7 años que estoy trabajando con violencia policial. Y en este caso, lo que intento es entender, como antropólogo, que piensa como «violencia» el policía, desde la óptica policial. Pero, más que nada lo que he estado intentado hacer es entender las representaciones de la violencia vinculadas a ciertos modelos e ideales del trabajo policial. Para los policías de la provincia de Buenos Aires, aunque no para todos, y los que hacen trabajos de seguridad, hay una representación de cuál es el verdadero policía, que es el que caza delincuentes. Que los lleva a ellos mismos a representarse a sí mismos como luchadores sacrificados, desinteresados y, posiblemente, hasta violentados por los delincuentes y hasta por la sociedad, y esta representación legitima cierta forma de violencia. Porque, en tanto ellos son sacrificados, desinteresados y violentados por la sociedad, no ganan bien, etc. Eso les permite a ellos, en algunas condiciones particulares, tener practicas violentas legítimas, en función de reinstaurar una condición de respeto que está perdida.
P. Usted conoce distintas universidades de nuestro país y el contexto de cambios de planes de carreras similares a los que atraviesa la FADECS. En ese contexto, si usted visualiza esos cambios, ¿hacia donde cree que apuntan las reformas académicas y qué futuro observa para las carreras de comunicación social?
R. Yo fui docente en Comunicación en la UBA durante 10 años, y doy cursos de postgrado en periodismo en La Plata hace bastante. Conozco bastante, a pesar de ser antropólogo, de los debates en los que los comunicadores se insertan. Creo que están pasando por un proceso de definición en términos profesionales: ¿qué es ser una profesional de la comunicación?. Eso los lleva a buscar su lugar en términos de investigación: ¿qué es ser un profesional de la comunicación, y qué es ser un investigador de la comunicación? Y también en términos de la relación con otras carreras, dentro de las ciencias sociales. En los últimos años, noto una reivindicación de los saberes de los comunicadores. Cuando yo empecé, notaba que cada vez que hablaba con un comunicador se presentaban como faltos de saberes. En los últimos años, noto que están reconociendo que tienen una capacidad de saberes específicos que les permiten hacer un particular trabajo desde las ciencias sociales.