
RECUERDOS DE LA INFANCIA
Por Lautaro Acuña Heier
Aquel niño siempre sonreía al recolectar limones de los árboles de la vereda de su casa, y se negaba a bajar de la escalera hasta llenar su canasto. Por eso es que se entusiasmó tanto el día que su abuelo lo invitó a su chacra. A la mañana siguiente, mientras corría a través de los árboles, sentía el crujir de las hojas otoñales bajo sus pies, el murmullo de las ramas mecidas por una suave brisa, y la risa sonora de su abuelo que se esforzaba por seguirle el rumbo. Fue así que el niño supo que jamás olvidaría aquel día con los sonidos de la chacra.