
RECUERDOS DE LA INFANCIA
Por Andrés Reyes
Solo, jugando como de costumbre con las chucherías de la azotea, emocionado porque ya podía contar con los dedos de una mano su paso por el mundo, pero ese día empezaban a asomarse fugaces destellos de desesperanza y furia, pensaba en los regaños injustificados y los limites cada vez más rigurosos mientras sujetaba en su mano un vaso de frágil cristal que apenas alcanzaba a rodear con sus dedos, con su mirada clavada en este, sintió unas ganas incontenibles de sujetar con fuerza y lo apretó, apretaba los dientes mientras lo miraba con más intensidad, hasta que el cristal empezó a difuminarse en pensamientos que avivaban su llanto, de pronto el sonido del cristal roto se fundió en un estruendoso grito de dolor, de la yema de su índice izquierdo brotaba la sangre de la que por primera vez sintió el sabor. Corrió por todas partes hasta encontrar un trapo para envolver la herida. Sentado en el suelo entre sollozos y dolor, pensó… no es para tanto, solo nació mi hermana.