La noche del viernes 29 de julio de 1966, la dictadura del general Juan Carlos Onganía, luego de haber intervenido las universidades argentinas, irrumpió violentamente en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y detuvo a más de doscientos profesores y estudiantes. Consecuencia de la brutal represión, renunciaron más de mil quinientos docentes de la Universidad y comenzó un vaciamiento de científicos que continuaría en los años siguientes.
“La Noche de los Bastones Largos” tituló la revista política “Primera Plana” para graficar el ingreso a la historia negra de nuestro país con la disolución del Congreso Nacional, la destitución de la Corte Suprema de Justicia, la intervención de las provincias y la veda de la actividad política.
La universidad pública, desde entonces, ha aprendido que el sistema de ciencia y técnica debe luchar contra los embates cíclicos que se suceden y dañan la calidad de la enseñanza universitaria. Las conquistas sociales, y la continuidad del sistema universitario es una de ellas. Frágiles como una copa de cristal, nos demandan luchar en forma continua para su mantenimiento.